[Cuando sea mayor quiero ser como tú]
Empecé a notar cómo había una vida nueva dentro de mí. Y es por esto que volví a sonreír. Pero esta vez con más ganas y más fuerzas. Volví a tener una ilusión. Recuerdo que me encantaba pasear por delante de los escaparates de las tiendas de bebés. Me encaprichaba de todos los conjuntos que veía.
¡Tuve antojo de fresas! De ahí que tengas una mancha color canela con forma de fresa en el tobillo. Podría pasar horas contando anécdotas de mi embarazo.
Un par de semanas antes de traerte al mundo, el miedo se apoderó de mí. No paraba de pensar en cuánto me iba a doler o en si tú vendrías bien. También se me venía a la mente cómo te iba a educar, si sería una buena madre, si lograría no mimarte demasiado, etc. Cuántos interrogantes se me acumulaban en la cabeza
Cuando quise darme cuenta, ya te tenía entre mis brazos. Esa sensación de emoción, de amor, de alegría, es indescriptible. Me sentí la mujer más rica del mundo cuando te vi. Y es que tenía un tesoro; el tesoro más hermoso que jamás había visto. Me daba reparo tocarte demasiado porque te sentía tan frágil que temía hacerte daño. Tus manos tan pequeñitas, tus ojitos y tus piernas rechonchas. No podía dejar de mirarte. El día se me hacía pequeño. Necesitaba más horas para recrearme en ti. Todos mis miedos se esfumaron cuando por fin te tuve junto a mi pecho.
Después de esa maravillosa sensación, vinieron millones más. Verte crecer, cuidarte, protegerte, hacerte feliz, se convirtieron en mis prioridades. Es increíble cómo cambia tu vida de la noche a la mañana. Lo que antes era lo más importante, ahora es una memez. Todas esas cosas que para la mayoría de las madres es un fastidio, para mí eran el paraíso. La hora de la comida, la hora de la ducha, la hora de los juegos, los cambios de pañales, las noches en vela
Te convertiste en el motor de mi vida, en mis alas, en el viento que las mueve. Eres mi pequeño ángel, mi pequeña princesa, mi más preciado tesoro. Tienes sólo cinco años, pero no te imaginas todo lo que aprendo contigo. Te tengo que agradecer tantas cosas Gracias por tu sonrisa, por hacerme sonreír, por lograr que le quite importancia a los problemas, por endulzar mi vida, por lograr que vuelva a ser una niña, por tus juegos locos, por todas esas cosquillas que tienes y que disfruto tanto haciéndotelas En fin, gracias por haber bajado del cielo y entrar en mi vida.
Los mayores deberíamos dejar de ser tan adultos y aparcar todas esas discusiones tontas que tenemos. Deberíamos pasar más tiempo con los niños, escucharos más y por supuesto, jugar con vosotros. De esta forma, todos recordaríamos que una vez fuimos niños y el mundo se presentaba a nuestros pies como una maravilla y no como lo vemos ahora. Los niños deberían enseñar y los mayores aprender. Y tú, mi cielo, eres una niña. Eres mi niña. Y espero que lo sigas siendo siempre, que Peter Pan nunca te suelte de la mano.
¿Sabes? Cuando sea mayor, quiero ser como tú, mi niña.
Te quiere: Tu madre.
***************************************
(Esta historia no se refiere a mí. Que tengo 18 años y aún no he tenido hijos jaja)
4 comentarios
DuNa -
Preciosa historia :-)
Dynaheir -
Maribel >>> Joooo bueno cuando me pase por Bcn te aviso :p y cuando vayas a Madrid avísame!!!! Y a mí me encanta que vengas princesa :p
Maribel -
Pues te decía que cada día me sorprendes más y que me encanta venir a tu casa, que me encanta todo lo que escribes!
Y...que yo soy de Barcelona, pero que he pasado la Semana Santa en Madrid. Pero que me alegra mucho que te apetezca quedar conmigo, me hubiera gustado mucho!! Otra vez será ;-)
Un beso y feliz fin de semana princesita.
Marta -
Que me ha encantado esta carta, que es muy emotiva, y que una cosa así siempre es motivo de orgullo y alegría.
Un beso.